Desde hace cientos de años algunas culturas han codiciado el oro no solamente por su brillo y su pureza sino por su significado en la alimentación, el acto simbólico de ingerir un material precioso.
Ya en el antiguo Egipto se fabricaban panes de forma cónica que contenían oro en polvo y a los que se les otorgaba un importante significado religioso.En la cultura hebrea encontramos en documentos como la Biblia la existencia de una especie de pan llamado maná, al parecer herencia de los egipcios al pueblo de Israel. Cuenta la historia que el maná fue confeccionado en una ocasión por un herrero, siguiendo las instrucciones de Moisés. El pan era fabricado con oro triturado en un mortero y reducido a polvo.
Otra prueba sobre el consumo de panes con oro aparece en el Talmud: se narra que a la llegada de Alejandro Magno a Jerusalén, visitó una aldea quienes lo recibieron ofreciéndole panes que contenían copos de oro.
Ese metal fue codiciado en todas partes, pero lo fue aún más en el Lejano Oriente en donde además de usarlo como moneda se le empleaba como medicina y alimento, para tal efecto el brillante metal era espolvoreado sobre las viandas. Igualmente se creía que al portarlo sobre la piel el oro confería juventud y potencia sexual.
Tanto en China como en la India era célebre una sustancia llamada soma, elixir de la vida, chi o prana, la cual se decía que estaba elaborada con polvo de oro y a la que se le adjudicaban propiedades mágicas. Al parecer este producto era también una especie de pan o galleta.
También muchos monjes taoístas consagraron todas sus energías para lograr fabricar oro comestible con el objetivo de alcanzar la inmortalidad y un alquimista chino escribió un documento sobre el cual trata el tema de una píldora para la inmortalidad elaborada con un polvo de oro, que ayudaba a los ancianos a rejuvenecer.
Los banquetes del Medievo así como del Renacimiento se caracterizaban por su suntuosidad y por supuesto que entre tanta ostentación no podría faltar el oro, el cual ornaba esculturas hechas a base de mazapán y formaba parte de una extensa variedad de postres.Uno de los más llamativos banquetes de aquella época es el que ofreció Benedetto Salutati a Fernando I de Nápoles en 1476, durante el servicio se sirvió un pastelillo de piñones y dulce de leche espolvoreado con hojuelas de oro.
En la edad moderna no se ha abandonado el uso del oro en el arte gastronómico, por el contrario, el metal que simboliza poder y riqueza ha entrado a formar parte del mundo de la alta gastronomía. Los mejores chefs, a nivel mundial, utilizan el oro comestible para decorar los platos más exquisitos y selectos.
¿Dónde comprarlo?
La empresa “Golden International Distribution” vende este producto llamado “Orogourmet”, una línea de adornos de oro y plata para que todos podamos adornar nuestros platos como en los mejores restaurantes del mundo. Estos aditivos comestibles no tienen sabor ni olor, pero aportan exclusividad a cualquier receta por sólo 40 euros/100mg, en forma de copos o finísimas láminas fácilmente maleables.
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